"Renovación y vida. Este garabato tiene el aroma fresco de la naturaleza y la libertad de un campo abierto."



Un rincón donde el color se vuelve aliento y el caos florece con la terquedad de una maleza feliz. Aquí, lo vegetal y lo humano se mezclan sin pedir permiso. Porque en este verde no hay lógica: hay brotes.




Garabato verde es un mundo en el que lo absurdo y lo bello se fusionan de una manera completamente única. Esa mezcla de la naturaleza, lo humano y lo abstracto crea una atmósfera tan extraña como poética. El verde, en su despliegue, se siente como un símbolo de vida, renacimiento, caos y serenidad al mismo tiempo.




"Microhistorias en garabatos"



El brote creció desde una mano dormida, como si la tierra, cansada de esperar, decidiera tomar su lugar. Un rostro, entre raíces y hojas, soñaba con el futuro. A sus pies, la silla que ya no esperaba sentarse, porque la vida ya no se sentaba, sino que se desbordaba en cada rincón.




En el mundo del verde, todo era transformación. La silla, raíces; las raíces, ramas; las ramas, rostros que respiraban el tiempo. Era el lenguaje de lo vivo, donde nada se entendía, pero todo florecía.




En un bosque olvidado, las hojas susurraban secretos al viento. La única testigo era una flor que, aún siendo pequeña, sabía que su verde era el reflejo de mil vidas antes que ella.





Garabato Verde: ramas que se entrelazan formando un camino, una flor brillante en medio, y todo bañado en tonos verdes y dorados, casi como una postal mágica de un bosque.


  "micro-universo verde"  

El verde no pedía permiso. Se colaba entre los bordes de la lógica, estallando en vida donde nadie la esperaba. Y así, en su caos, le susurró al mundo: “Aquí estoy, donde siempre he estado.”


Y si te quedás quieta un instante, quizás escuches el zumbido verde que lo une todo:
la lombriz bajo tierra,
el helecho que insiste,
la gota que cae en cámara lenta sobre una hoja vieja.

Todo eso también garabatea.





Poema verde sin rumbo fijo

El pasto me creció en las pestañas
y una lechuga ocupó mi asiento.

Ayer hablé con un musgo
que me ofreció su sombra a cambio de silencio.

No sé si era otoño o espinaca,
pero el viento olía a rama recién nacida.

Me senté sobre una raíz
y fue como volver a casa sin saber por qué.




Crónica del brote intermitente

Nadie notó cuando apareció.
En medio del asfalto, entre cables y urgencias, brotó una hoja.
No de una planta, sino de una idea.

Era verde. Y no era de este planeta.

Algunos creyeron que era maleza. Otros, un milagro.

La hoja creció hasta cubrir una esquina, después una calle,
luego un barrio entero.

La gente dejó de correr.
Se detuvieron. Respiraron.

Y por primera vez, el cemento entendió que también podía ser blando.



Manifiesto del Verde Garabateado

No venimos a ordenar nada.

Venimos a brotar.

A meternos entre los márgenes,
a trepar por las frases,
a echar raíces en ideas dormidas.

Lo verde no pide permiso.
Crece donde no debe,
florece donde no puede.

Este garabato es savia.
No busca sentido.
Busca latido.




Próxima parada
“Un garabato de misterio, de calma y profundidad. Una puerta a lo invisible.”



Textos generados por ChatGPT en respuesta a interacciones personalizadas.
Cortesía de OpenAI.
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